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Arquitectos Ilustres



Es Frank Gehry, el amante de la exploración de las formas fluidas dentro de la arquitectura.

Con casi 80 años, Gehry, canadiense de nacimiento, pero radicado en California, está en camino de imitar la productiva longevidad de Oscar Niemeyer, codiseñador de Brasilia, que sigue activo a los 100. Mérito internacional por su arquitectura personal e inconfundible, nunca repetible entre diseños. Sus grandes instrumentos son su vasta imaginación, el cobre, el zinc y el titanio.

Gehry Technologies es el nombre del negocio mundial de diseño computarizado el cual dirige. Luego de muchas gestiones él se ocupa de los diseños. Luego de varios intentos el diseño va tomando cuerpo definitivo. Bajo total convencimiento Gehry hace funcionar su poderosa computadora de escaneo, creando las plantillas sobre las que luego se edificaran sus obras.
Éstas pueden clasificarse en muchos aspectos. Parecen geniales, salidas de algún catalogo futurista, arriesgadas, o de saturado diseño extraño e infrecuente, basándose en la interacción aleatoria de volúmenes. Gehry mismo admite que el arte de sus obras, cubiertas de placas de titanio, está inspirado en las formas orgánicas y escamas de un pez.



gran ejemplar fue erigido en Los Ángeles, ciudad de residencia de Gehry. Éste coloso es de Walt Disney Concert Hall (WDCH). Ésta oportunidad se la otorgó la viuda del genio de la animación Walt Disney, la señora Lillian Disney, donando 50 millones de dólares a la ciudad para levantar una sala de conciertos en memoria de su marido.
En la ciudad de Los Ángeles necesitaban un edificio impactante, que se integrase con otros de la zona céntrica de la ciudad y atrajera público a un área repleta de oficinas. Todo sin descuidar las condiciones de excelencia que debe tener una sala de tan magnífico nivel. Gehry lo hizo de nuevo y lo logró.
Materializó estos deseos con un auditorio de características acústicas impecables. El deseo de Gehry era que representase como un living para la ciudad, que invitara a ingresas, como si estuviese diciendo “Bienvenido”. Frank pudo conjugar volúmenes interiores complejos y brillos metálicos.
Se va innovando, sus modelos van cambiando. Eran curvos, escamas de titanio, acero inoxidable y vidrio, pero ahora se va inclinando por lo macizo, apilando formas más cuadrangulares. No cesa, Gehry se supera a sí mismo.


  


Los edificios de Gehry no nacen desde fuera, sino por y desde dentro y se proyectan hacia fuera, con la ambición no sólo de crear arquitectura, sino de crear urbanismo e interacción de la gente y el edificio a través su propio arte.


Su obra maestra.




Sensación de bienestar, comodidad, buen humor, inspiración y estimulación. Éstos son los efectos logrados al entrar en cualquiera de sus obras arquitectónicas. Ya sea un concierto en alguno de sus edificios, sentir la conexión con la ciudad en la esté construido. El Guggenheim es un claro exponente: en él hay una porosidad que lo abre hacia la ciudad, se respira Bilbao por doquier.
Posee el mérito de crear lo grandioso. El museo Guggenheim, en Bilbao, ese coloso de titanio que cambió con su belleza nueva y cambiante no sólo el paisaje y el alma de la ciudad, sino el concepto mismo de arquitectura civil, es el máximo exponente de Gehry hasta la fecha.
El edificio visto desde el río aparenta tener la forma de un barco rindiendo tributo a la ciudad portuaria, visto desde arriba el río aparenta tener la forma de un barco rindiendo tributo a la ciudad portuaria, visto desde arriba, sin embargo, el edificio posee la forma de una flor.